EL AMOR NO REQUIERE QUE DOS PERSONAS SE MIREN ENTRE SÍ. PERO SI, QUE MIREN JUNTOS EN LA MISMA DIRECCIÓN. A. de Saint-Exupéry
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Naturaleza misteriosa “No me preguntes por qué lloro, no me lo preguntes, pues ni yo sabré contestarte, ni tú preguntarme. Hay deseos que se ahogan en nuestra alma de mujer, sin que los revele más que un suspiro; ideas locas que cruzan por nuestra imaginación, sin que ose formularlas el labio, fenómenos incomprensibles de nuestra naturaleza misteriosa, que el hombre no puede ni aún concebir. Te lo ruego: no me preguntes la causa de mi dolor; si te lo revelase, acaso te arrancaría una carcajada.”
Por supuesto, esto no lo he escrito yo. Es de Gustavo Adolfo Bécquer. Se trata de un fragmento de la leyenda “La Ajorca de Oro”, y es el momento en que una dama intenta explicarle a s u caballero qué es lo que le pasa. En el mismo momento en que escuché el párrafo, pensé que de ninguna otra manera podría alguien, ni yo misma, describir lo que por mi mente pasa, y la resultante incapacidad de expresarlo por el miedo a la incomprensión o al ridículo. Creo que si leéis otra vez el fragmento, os veréis un tanto reflejadas en él. ¿Cuántas veces habéis querido explicar a alguien lo que os pasa y no habéis encontrado el momento o la palabra, a la vez que habéis temido y deseado la pregunta adecuada a la que enfrentar la respuesta adecuada?. ¿Cuántas veces vuestras ideas, sentimientos y deseos tienen que quedar ocultos y ahogados sin poder salir al exterior, con la conciencia de que son incomprensibles para los que no son como nosotras y no consiguen siquiera atisbar nuestra naturaleza misteriosa?. Y por último ¿Cuántas veces habéis sentido que el dolor que sufrís puede dar lugar a la carcajada de aquél que os vea y escuche? En fin, esto es Romanticismo en estado puro. Yo no sé en qué estaría pensando Bécquer cuando escribió estas líneas, pero al oírlas me dio la impresión de que me las dedicaba a mí Mayte
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